12.3.06

artículo

El Hombre que camina.

 

La imagen me ha llegado a través de libros y revistas, nunca he tenido el privilegio de la cercanía visual y menos táctil. Que tratándose de una escultura seria importante. Sin embargo siempre me ha parecido una de las más sugestivas obras del maestro Rodin. Un hombre sin cabeza desafía el camino con tal resolución que hace pensar en que en realidad lo ve.

          “El que no tiene cabeza, tiene pies”,comenta el refrán, pero en este caso pareciera que la fragmentación de este hombre no le hiciera mella, al contrario lo exalta, lo vigoriza, lo afirma en su caminar. No es alguien que haya olvidado “algo” efímero y por eso camina, camina para no ser él efímero.

         Y que este caminar es arduo como  le resulta al artista vivir en un mundo que no  capta las  resonancias que él aprecia, ya por falta tiempo, por falta de sensibilidad, por desconocimiento, o por rutina me atrevería a decir. Pero este hombre que camina no pareciera sentir estas contingencias. Marcha como el corneta de Rilke hacia su destino, como el reloj: inexorable. O sea que marcha en la historia aunque está detenido porque es una estatua, o quizá Rodin nos interpela desde la inmanencia. El “estar quieto” de algunos es en realidad: “movimiento, extensión y profundidad” *" ¿Cuántos de los que cotidianamente marchamos lo hacemos en realidad?.¿Qué distancias reales cubrimos independientemente de lo que marquen los cuenta-kilómetros?

         Esta imagen se me representó leyendo no hace mucho una cita de San Pablo sobre el cristiano como hombre celeste.



*" “Cartas a Rodin,” R.M. Rilke. Prólogo.

1 comment:

DaliaNegra said...

Muy bueno.Pero me ha flipado eso que dices en tu perfil sobre la infancia feliz que alimentó tu sed de infinito.Genial.Saludos.