30.4.20



CLASE FINAL DE: VIAJAR, VISITAR, VIVENCIAR.


EL VIAJE ES INFINITO


En el estribo (cuántas veces hemos viajado allí, jajaja!) vamos a dejar más que una clase, una “estela” para aseverar con Machado aquello de que Caminante no hay caminos, sino estelas en la mar. Y lo hacemos desde una frase de Michel Foucault, pensador deconstructor si los hay acerca de su método genealógico para desentrañar la Historia – gran viaje conjunto -:


“La historia, genealógicamente dirigida, no tiene como finalidad reconstruir las raíces de nuestra identidad, sino por el contrario encarnizarse en disiparlas; no busca reconstruir el centro único del que provenimos, esa primera patria donde los metafísicos nos prometen que volveremos; intenta hacer aparecer todas las discontinuidades que nos atraviesan.” M. Foucault, Microfísica del Poder, edit. La Piqueta, Madrid. 1992., (Nietzsche, la genealogía, la historia) Pág. 25


Quisiera, entonces, previo el pedido de perdón por el delay entre el encuentro anterior y este final, acercarme a lo subrayado. Un viaje en donde no tenía mucha conexión me ayudó a detenerme y el espacio se dilató. Relación alucinante la del Tiempo y el Espacio si las hay. La mención de la frase a “esa primera patria” y luego la fuerza de “las discontinuidades que nos atraviesan” me llenó la cabeza de preguntas.


¿Acaso no buscamos una “morada”, un sitio, un refugio (cfr. Bertolucci, B. Refugio para el amor. 1990). La palabra morada pareciera tener dos etimologías en el indoeuropeo. Una en recordar y la otra en retrasar o lapso de tiempo. Ambas son fascinantes para cruzarlo con las discontinuidades y la acción de ser atravesados. ¿Viajamos nosotros, o es el entorno o nuestra simulación, nuestra imaginación o el deseo el que viaja en nosotros? Atravesamos, somos atravesados. La identidad que buscamos ¿está en el origen o en el destino? En ambos, en ninguno.


El lapso de tiempo, su medida pero no en “Cronos” sino en “Aión” o sea en su intensidad. Partimos hace un instante en el primer encuentro con Kavafis y su poema Ítaca, esa serie de discontinuidades, esa multitud de atravesamientos que constituyen la trama de la vida. Lejos estamos, entonces, de pensar un recorrido unidireccional o plano. Las dimensiones son tantas como los deseos, los sueños, los intereses, de todos los actores involucrados y aún más. La multiplicidad de todas las tramas posibles: “…Como el otro, este juego es infinito”. (Borges, J. L. Ajedrez)


Nos veremos otra vez a la vuelta de cualquier esquina (otra palabra mágica).


Un abrazo, o mejor varios. No se puede ser tacaño al viajar y lo maravilloso es que los abrazos no pesan.


De un Classroom realizado hace unos años por si Alguien gusta entrar: rim75ko

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