17.1.22

POEMAS DE MADRUGADA o POEMAS VELOCES

 


TRISTEZA

“Por unos puertos arriba, de montaña muy escura. Caminaba el Caballero lastimado de tristura.” A. de Rivera

 

Y pasan las manos a través de los ojos

                              que no acaban de fluir penas apenas..

Aquí, allá y cerca del mar, son miles las causas del dolor.

                                                                                                   La tristeza, una.

 

INSOMNES

 

Y en medio del río del sueño hay quienes se detienen.

Y los hay, también, quienes nadan a contracorriente.

Entonces la oscuridad no puede apagar sus ojos, ni sus gritos de silencio.

 

 

La mañana como una galaxia, lejana, pareciera no llegar. Nunca.

 

                                                                                      La noche infinita, se extiende.

Quizá la muerte cierre sus ojos.

 

EDAD – CICLO – DISTANCIA Y TIEMPO

 

Cuenta regresiva que desconocemos.

O quizá conocemos a tal punto que el esfuerzo es olvidarla

y se  patentiza en angustia de existencia.

¿Es el temor o la sospecha lo que demora nuestros pasos?

¿De dónde se alimenta la angustia que a los Grandes consume y

deja inmunes a los desamparados?

¿Cómo habría de pesarles a quienes la  inclemencia de la Historia arrasa a cada instante?

Es entre los dientes donde verificamos la pérdida, el insomnio, la ausencia.

Y morder la rabia o el miedo no nos cubre del frío lacerante de la frialdad del exterminio.

¿Con qué fuego se alimenta la pasión, la esperanza, el amor?

Subo los ojos a la luna y busco la cruz austral.

                                                            Pisada peregrina.

                                                                         Huella de Laetoli en el cielo austro.

 

VELOCIDAD

Y pareciera que no se mueve. Y sin embargo gira y giramos sin conciencia.

En su devenir de calesita se cansan las memorias.

El vértigo es una alquimia que deshace y desarma.

En el punto crucial de esa carrera se detiene todo. Como un cierre,

como un cántaro que estalla en mil pedazos

hacia los remotos confines de la aurora.

 

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