17.1.22

Vivir de "Yapa en Yapa"...

 

“La Escuela sola no puede, sin la escuela no se puede”.E. Tenti Fanfani

 

En esta nueva vuelta solar unos amigos (Iri y Miguel) me trajeron, al regalarme este banco, la memoria de mi pupitre de 1º grado inferior.

Volví al patio, a los recreos... al aula. En, esta época que existe esta refriega de bandos, me siento a mirar, a escuchar las posiciones, a darme cuenta que aún jubilado no he abandonado nunca el aula, la he expandido, la he llevado como extensión de mi propio ser. Y con todas las ventajas y desventajas que esto implica, es lo que en muchas partes la ¿pandemia? ha implicado, en este ciclo 2020 tan vapuleado (pareciera que siempre debe haber un chivo expiatorio en la historia humana, alguien que cargue culpas. Me pregunto a mi mismo por las propias o mejor aún, “mis responsabilidades”).

Algo curioso es que la Educación se ha convertido en debate público, hecho que debería ser feliz si cada quien se preguntara por sus responsabilidades y no se cargaran fardos sobre prójimos (y normalmente los mismos) del Sistema Escolar (que sólo es una parte del drama educativo). Al decir es “cuestión del Estado”, esa sentencia nos incluye a todas las personas que lo conformamos, nos guste o no, seamos o no docentes, tengamos prole en edad escolar o no, formemos parte de la élite gubernamental de turno o no: “Todo problema, es un problema educativo”, decía el Padre del Aula. Educativo, no escolar solamente.

Si bien es cierto que la Escuela es la Institución que canaliza gran parte de esta energía que debería movilizarnos, no es la única. Como reza en el epígrafe del Maestro Don Emilio Tenti Fanfani debe existir un acuerdo, una coyuntura de esfuerzos mancomunados para que la Escuela pueda cumplir su rol (en absoluto menor) en la trama social. Debería importarnos como “ciudadanos”, vocación realizada no por mucha de la gente que recorre esta tierra, ya que esa vocación es una de las metas a las que debe aspirar la educación.

“Mucho ayuda el que poco estorba”, es un refrán que bien podríamos tenerlo presente muchas de las partes que componemos la trama educativa, “a quien le quepa el saco que se lo ponga”, dice otro. Las generalizaciones suelen ser injustas y al hablar del COLECTIVO DOCENTE van en ese andar gente que durante la pandemia se puso al hombro la escuela, CONVIRTIÓ NO SÓLO SU CASA, SINO LA DE CADA UNA DE LAS FAMILIAS INVOLUCRADAS: EN UN AULA Y TRABAJÓ NO SÓLO SU HORARIO SINO LO QUE ERA MENESTER, COMO MUCHÍSIMAS DE LAS PERSONAS DEL SERVICIO SANITARIO Y DE SEGURIDAD. PERO NO FUERON TODAS. Algunas no tenían práctica de trabajar y el aislamiento pareció ser una buena excusa para aislarse hasta de responsabilidades (Los cargos públicos a mayor jerarquía implican mayor responsabilidad pero parece que la regla de tres es inversa en este caso. Del mismo modo la ley de la gravedad no se cumple en este universo paralelo y muchas personas que suben, nunca se bajan, hecho físico muy curioso).

Ése, sí, es un cambio al que deberíamos aspirar como sociedad. Que cada quien cumpla con las responsabilidades que le competen y “se gane el pan con el sudor de su frente” no con el de los demás...

Desde mi pupitre hago mis mejores votos por la concientización de quienes deben tomar decisiones (que recuerden a las Madres y Padres de la Patria, sin ambiciones personales, en una entrega absoluta). Las infancias y las juventudes no pueden quedar sin el amparo de la educación, sin ese cuidado, esa “leche de la humana ternura” y se debe valorar la tarea de quienes en silencio, sin publicidad ni campañas han llevado a cabo su tarea. Mi abrazo a cada camarada docente que lo ha hecho siempre y en esta situación, crítica, lo ha redoblado.

 

Escrito en la soledad pandémica.

Daniel

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